Una habitación también es el texto con el que nos tomamos un café
#ApuntesDesdeOcrilú Apuramos el café. Abrazamos a nuestro comensal. Pasamos página. Cerramos el libro con la seguridad de que podemos volver cuando queramos.
¿Cuántas veces hemos deshecho la vía buscando algo que no entendemos, pero quisiésemos mascar? ¿Cuántos libros, cuántas palabras, cuánta sal no hemos dejado por ahí regada, arriba o abajo, entre las almohadas y una que otra alfombra? Ser huésped no es fácil, verdaderamente. Menos hablar de poesía.
Como quien va en busca de un rincón iluminado solo para sí, a pura brisa, a puro yo, a pura nada, unx puede llegar a cohabitar un libro de poemas. Cohabitar no solamente sus grafías, sus interlineados o tropezarse con las sangrías, sino todo aquel espacio dentro y fuera del papel. Si lo pensamos bien, nada errada es la metáfora que se contagia como la gripe: la labor de unx poeta se corresponde con el diseño de un monumento: la poesía es también un andamiaje. De esta manera es que anduvimos sin calzas por Todas las ballenas (2021, Medusa Editores) de Renato Tinajero. Un libro que despliega una galería de menesteres, excusas y padecimientos, aquí y allá en sus visiones, presagios y naufragios. Encontramos, además, el rastro de una labor de especial atención, tal vez amor, podría ser, al detalle. Si bien, cada poema contiene en sí mismo un monumento, mantiene constante la excusa con la que la obra abre sus puertas: el agua, los cetáceos, ese yo que no es tan yo cuando se iluminan de palabras. Siguiendo las pistas de nuestro autor: "Es de la carencia que nacen los poemas", podemos atrevernos a comentar que, entonces, cohabitar un libro, poblar el poema con nosotrxs, es atreverse a abrazar el hambre con la que respiramos. Recorremos sus paredes. Enceguecidxs por toda esa luz que irradia, nos sentamos a la mesa. Apuramos el café. Abrazamos a nuestro comensal. Pasamos página. Cerramos el libro con la seguridad de que podemos volver cuando queramos.
Habríanos de cuestionarnos más seguido nuestros modales, pues. No es como si hubiesemos de habitar espacios si unx no quisiese; pero, ¿verdaderamente pudiesemos? La poesía es también una forma del pensamiento. Un aparte. Es una habitación pensada para estar, también, acompañadx. Que la academia y lo demás se quede de patitas en la calle. La poesía, como en Todas las ballenas, es también materia luminosa. ¿Pudiese usted?
Apuntes desde Ocrilú son:
Ángel Hernández Candelaria (1997, Monterreyna, New Lion) Norteñx por condición y barrocx por convicción. Sigue creyendo que puede ser unx de lxs chicxs Almodóvar. Estudiante de Letras Hispánicas en la Universidad Autónoma de Nuevo León. Actualmente es becarix del Centro de Creación Literaria Universitaria de la misma institución en su edición 2021.
Daniel Betanzos (1999, Oaxaca de Juárez, Oaxaca) Ha sido ganador del concurso semanal de micropoesía "Cuenta 140" de la revista El Cultural España; en 2018 obtuvo el tercer lugar en el Certamen de Literatura Joven UANL, en la categoría de poesía con el poemario La Melibea y los perros salados. Productor del cortometraje "La visita", ganador del Premio a Mejor Corto Silente en el Near Nazareth Film Festival de Israel. Cinefotógrafo de la serie La muerte y los hijos de la serpiente. Ganador de la convocatoria Finding your vision: Oaxaca, México, 2020, impartido por los fotógrafos Alex Webb y Rebecca Norris Webb. Recientemente productor y director del documental "Inquilos del libro".
Daniel Bobadilla (1997, Monterrey, Nuevo León) Fotógrafo y apasionado de la producción audiovisual. Antiguo colaborador de Waves Magazine. Amante de las plantas, su gata y básicamente cualquier animal. Su novia lo describe como un “Recetario con patas” pero solo disfruta mucho cocinar.