Kelman Duran: El hombre que deconstruye el reggaetón
Arturo López Rojas lanza su columna Ragtime, en la que desmenuzará en cada entrega un músico contemporáneo que se sale del margen de lo establecido. Esta vez, Kelman Duran bajo la lupa.
Durante la coronación del reggaetón, ocurrida hace casi 4 años con el impacto mundial de Despacito, había un profundo resquemor en las redes sociales y los medios en general, sobre si este género musical tenía o no los atributos suficientes para ser considerado música. No había debate ahí. Incluso si pensamos que la mayoría de las personas que ponían esto a prueba, venían cargados de blandos argumentos sobre la “pureza de la música” o una “derrota a los valores humanos”. Mermar todo un género por ser poco propio, impuro, y medirlo con la misma vara con la que se mide a King Crimson o Fela Kuti, no tenía sentido.
Sin embargo, fuera del margen de esta maravillosa explosión de perreo que ha dejado grandes glorias modernas, como las intervenciones de Bad Bunny con otros artistas, los primeros dos discos de J Balvin, y los impresionantes sencillos de Super Yei y su tropa de salvajes (por no mencionar el proto-dembow de gente como Tego Calderón o El Alfa) existen artistas que llevan el reggaetón a otro nivel, con las mismas herramientas, la misma física de los botones, y con un corazón bien puesto,
Dinamarca, un productor de Chile radicado en Suecia, sumó el sonido preciso y mecánico de artistas pop como Justus Köhncke, y le dio al reggaetón una finura nunca antes vista en un album llamado Sol de mi vida: 7 temas de nightclubbing que invariablemente se pueden colar en una carne asada, una rifa clandestina, o una pelea de gallos. Poco menos de 22 minutos de gracia y bajos que hacen retumbar ventanas.
Amnesia Scanner, de Finlandia, lleva el house y el dembow y lo tritura hasta convertirlo en pasajes ambient en los que abusa de sintetizadores para llevar al escucha a situaciones inverosímiles que solo se experimentan en un episodio de Twin Peaks; Lotic, que nació en Houston, pero vive en Berlín, llevó dos grandes temas del Vulnicura de Björk al trance hipnótico del reggaetón con un drumpad básico, creando toda una vasta obra de re-interpretaciones de otros artistas, y colocándolas en la pista de baile con precisión de cirujano.
Y en esta línea, está Kelman Duran, el Dj inquieto de República Dominicana pero residente en Nueva York, que con una laptop vieja irrumpió en la escena electrónica con el tema que se encuentra en su album debut, 1804 Kids, el gran 6 de la mañana. Conjugando el ambient de bandas como Stars of the lid con el reggaetón más desafiante, Kelman Duran graba sonidos de callejones, sirenas, vendedores, mascotas, voces de neoyorquinos y dominicanos en su día a día (y uno que otro sicario perdido reclamando una apuesta), y lo mezcla con bases de reggaetón y sintetizadores que ponen a temblar a todo fan de Steve Reich o Tim Hecker.
En perspectiva, los primeros sencillos de Kelman Duran me parecían electrónica de manual, clichés que bien resolvían las necesidades de la pista, pero que no dejaban claro el rumbo que quería lograr este artista con el reggaetón. Sin embargo, me topaba con destellos impresionantes como el remix a Moonshine para el tema de Lipanda, o ese mashup (que antes se encontraba en Soundcloud) de Rihanna con William Basinski. Epopeyas ambient exageradas que hacían arquear mis cejas cada que daba con ellas.
Pero no fue hasta 2018 que caí redondo. Los medios mundiales comenzaron a verle y a hablar de él. Kelman Duran se adueñó de una sesión de Boiler Room y de ahí no se bajó. Todos estaban tan brutalmente confundidos, pues no sabían qué camión los había atropellado. Un set de casi una hora en la que el dominicano mezclaba a Daddy Yankee, Pharmakon y Kruder & Dorfmeister, y ponía sobre la mesa el futuro del género en las arcas de la electrónica.
Y luego vino 13th Month, una joya. Un album de trece tracks de electrónica casi imposible, y tractat político sobre las condiciones en las que viven las reservas indias en EU. Con temas como Diablos, en los que mezcla a un rapero dominicano Mc Albertico, con un sample clásico de Notorious B.I.G. y Club 664B, una apología a un bar de Tijuana del que Durán dice (según una entrevista para Vice) un bar con “una oscuridad que parecía necesaria”. Un tema que contiene un extracto de Calentura, gran ese tema de Yandel, repitiéndose por casi 12 minutos.
No hay debate. No hay héroes ni villanos. Kelman Duran está en el pico. Promueve una visión nueva de ver el reggaetón desde una perspectiva electrónica poco inusual, y sienta las bases para una mejor experimentación del género. Detrás de él vienen muchos artistas que están rompiendo el esquema y le están dando al perreo nuevos argumentos para defenderse. Aunque a decir verdad, ni falta le hace.
Arturo López Rojas.
Monterrey, 1977. Estudió Letras Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL, y trabajó como periodista y arquitecto informático durante dieciséis años en una empresa que vende periódicos. Desde 2011, hace el podcast de música Sustancia, el podcast de cine HartoCinema, y el podcast de cultura pop Common People. Trabaja en una novela sobre las memorias de Godzilla.
Muy chingón lo que están haciendo con Doble Rodada. Fan.
Muy chingón lo que están haciendo con Doble Rodada. Fan.